Un ayuntamiento, no obstante, un poco a trasmano de la historia, de la historia democrática, entiéndase, de los cambios acaecidos en nuestro país desde que hace ya 30 años se promulgara la constitución, de esa serie de cambios que nos están conduciendo por la senda de la democracia, la libertad y la participación de todos en el gobierno de la localidad, de la comunidad y del país. Conceptos que, no obstante, aún no han calado en nuestro querido Ayuntamiento. Y citamos, para muestra, unos ejemplos:
Después de un cuarto de siglo al frente del Ayuntamiento, el alcalde de Malcocinado no ha tenido (ni tiene) a bien informar a los vecinos de lo tratado en los plenos, ni al completo ni en resumen, contraviniendo así lo dispuesto en el Reglamento de Organización y Funcionamiento de la Entidades Locales en su artículo 229. Bien está que no se radie o televise, tiene disculpa, pero lo que no la tiene es que tampoco se publique en los tablones de anuncios que hay “ad hoc” para informaciones municipales, o que se “cuelgue” en la desactualizada página web del ayuntamiento de Malcocinado. De modo y manera que la población no tienen ninguna forma de enterarse de lo tratado en cada pleno si no es yendo al propio ayuntamiento y preguntando (y arriesgándose a recibir una respuesta desagradable).
En cuanto a la transparencia de lo que la corporación municipal hace y dispone, en lugar de avanzar retrocedemos. Si no ¿cómo se explica que a fecha de hoy el Sr. Alcalde no haya remitido ni siquiera una copia de la Cuenta General del Ejercicio pasado a los concejales de Izquierda Unida, que se la solicitaron por escrito hace más de cinco meses? Y eso a pesar de que la legislación asigna a la oposición la función, entre otras, de controlar y fiscalizar a los órganos de gobierno, así como el derecho de obtener cuantos antecedentes, datos o informaciones que obren en poder de los servicios de la corporación y resulten precisos para el desarrollo de su función. Derechos estos muy bonitos pero que, lamentablemente, no se llevan a la práctica. ¿Cómo se puede opinar sobre un punto, o realizar propuestas o rectificaciones al mismo si no se puede examinar en profundidad? ¿Cómo se pueden aprobar unas cuentas si no se tiene la posibilidad de estudiarlas con antelación a través de una copia, como hacen en casi todos los ayuntamientos democráticos? ¿Puede uno, en conciencia, aprobar algo que puede afectar a otras personas nada más que oyendo una lectura rápida del tema, en un momento? ¿Cómo se puede llevar a cabo así la función de control y fiscalización de quienes gobiernan?
Durante varias legislaturas, el alcalde de este pueblo se ha recetado un “salario encubierto” por el método de aplicarse una asignación desmesurada por asistencia a pleno, mayor que la del resto de concejales (pese a las sentencias del Tribunal Supremo en contra de tales medidas), que en la pasada legislatura fue de 600€, pleno tras pleno, ordinario o extraordinario. Después de mucho insistir Izquierda Unida en la irregularidad de la práctica se ha conseguido que este año el alcalde tenga su contrato y cobre de forma legal un salario. Sin embargo, ni por esas se hacen las cosas adecuadamente, ya que el salario a percibir sobrepasa lo establecido por la Federación de Municipios y Provincia (FEMPE). ¿Y qué dijo el Sr. Alcalde cuando se le recordó este particular? Que eso de la FEMPE no era una ley, sólo un acuerdo.
Así que, en esta Extremadura que se asoma al siglo XXI con afán de desarrollo social y crecimiento económico, quedan aún asignaturas pendientes en cuanto democracia y buen gobierno a las que habrá que dar una respuesta clara y pronta por parte de los poderes públicos.
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