No tienen desperdicio las declaraciones, recogidas hoy en los medios, del señor Cabañes, edil del ayuntamiento de Badajoz y número uno en las listas del PSOE al congreso por nuestra provincia.
En primer lugar, por la falta de buen gusto al caer en ese juego zafio de los bailes de cifras a que nos están acostumbrando últimamente muchos de nuestros políticos de los dos “grandes” partidos nacionales (y en el que el señor Cabañes incide de forma alarmante) sobre sus logros al frente del ejecutivo nacional en sus periodos de gobierno, de una manera que recuerda más una riña de patio de colegio entre dos niños enumerando las hazañas de sus hermanos mayores o una puja de mercadillo, que un debate constructivo ante unas elecciones generales en las que está en juego el gobierno que representará a los españoles en los próximos cuatro años. Porque, vamos a ver, de qué otra forma se puede interpretar el cruce de cifras al más puro estilo “quién da más” al que asistimos día sí y día también los ciudadanos de esta provincia en particular y del país en general: que si tramos de autovía entregados, en construcción o “en información”; que si tantas líneas de AVE; que si tanto descuento en los impuestos, que si doscientos euros, que si cuatrocientos… Por favor, señores, un poco de templanza. O los bailes con las previsiones de diputados: que si nosotros sacaremos tres escaños, pues nosotros cuatro, que si estamos tantos puntos por encima o cuantos por debajo. Y no es que sea malo echar mano de las estadísticas, pero lo poco agrada y lo mucho enfada, sobre todo teniendo en cuenta lo manipulables que estas pueden ser ya que su abuso por los dos bi-partidos, más que aportar, desluce la democracia y genera una sensación de desamparo en el ciudadano ¿quién engaña?, ¿quién dice la verdad?
Pero hay además, un par de flores a destacar, como las palabras del señor Cabañes, anunciando a los cuatro vientos, como si de un enorme mérito democrático se tratase, su intención de conciliar los cargos de concejal y diputado para que “nadie se sienta traicionado por mí porque salgo huyendo”, suponemos que para distanciarse del señor Floriano, del PP. Cuando lo verdaderamente importante de la democracia, yendo al fondo del asunto, es la renovación, especialmente relevante esto en un partido que se autodenomina “progresista”. Si obtiene usted el escaño de diputado, señor Cabañes, hágase cargo de él, con dedicación plena, trabaje desde allí por la provincia de Badajoz, como pregona, y deje que otra persona ocupe su cargo de concejal y se dedique con la misma energía, o más, a ello. No se aferre a dos sillones creyendo hacernos un favor.
No parece, desde luego, la mejor forma de lograr “dar a Badajoz una enorme proyección” el ocupar simultáneamente los cargos de edil y diputado, como pretende (y seguramente conseguirá) el señor Cabañes. Ciertamente que la relación del diputado con su circunscripción se ha ido desdibujando con los años: una vez elegidos, los diputados, tanto populares como socialistas (también de los suyos hay ejemplos “que me gustaría que nos explicasen alguna vez a que se dedican en Madrid, aparte de pasear por los pasillos del Congreso y su entorno”, como usted mismo dice), se pierden entre las filas de los respectivos partidos y no queda relación administrativa alguna con aquellos por cuyos votos están allí. Lo cual, desde luego, no es lo más deseable. Ante esta situación, si de verdad queremos acercar de nuevo el diputado a sus electores y aumentar la democratización de nuestro sistema, habrá que pensar en otras medidas de más profundidad y envergadura, fórmulas desde la seriedad y el consenso entre los partido, y la propuesta del señor Cabañes, que, más que una solución, es un remiendo populista para momentos preelectorales.
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