martes, 29 de enero de 2008

DECLARACIONES DEL SEÑOR CABAÑES

RESPECTO A LAS DECLARACIONES DEL SEÑOR CABAÑES PUBLICADAS EN REGION DIGITAL.COM (29 de enero)

No tienen desperdicio las declaraciones, recogidas hoy en los medios, del señor Cabañes, edil del ayuntamiento de Badajoz y número uno en las listas del PSOE al congreso por nuestra provincia.

En primer lugar, por la falta de buen gusto al caer en ese juego zafio de los bailes de cifras a que nos están acostumbrando últimamente muchos de nuestros políticos de los dos “grandes” partidos nacionales (y en el que el señor Cabañes incide de forma alarmante) sobre sus logros al frente del ejecutivo nacional en sus periodos de gobierno, de una manera que recuerda más una riña de patio de colegio entre dos niños enumerando las hazañas de sus hermanos mayores o una puja de mercadillo, que un debate constructivo ante unas elecciones generales en las que está en juego el gobierno que representará a los españoles en los próximos cuatro años. Porque, vamos a ver, de qué otra forma se puede interpretar el cruce de cifras al más puro estilo “quién da más” al que asistimos día sí y día también los ciudadanos de esta provincia en particular y del país en general: que si tramos de autovía entregados, en construcción o “en información”; que si tantas líneas de AVE; que si tanto descuento en los impuestos, que si doscientos euros, que si cuatrocientos… Por favor, señores, un poco de templanza. O los bailes con las previsiones de diputados: que si nosotros sacaremos tres escaños, pues nosotros cuatro, que si estamos tantos puntos por encima o cuantos por debajo. Y no es que sea malo echar mano de las estadísticas, pero lo poco agrada y lo mucho enfada, sobre todo teniendo en cuenta lo manipulables que estas pueden ser ya que su abuso por los dos bi-partidos, más que aportar, desluce la democracia y genera una sensación de desamparo en el ciudadano ¿quién engaña?, ¿quién dice la verdad?

Pero hay además, un par de flores a destacar, como las palabras del señor Cabañes, anunciando a los cuatro vientos, como si de un enorme mérito democrático se tratase, su intención de conciliar los cargos de concejal y diputado para que “nadie se sienta traicionado por mí porque salgo huyendo”, suponemos que para distanciarse del señor Floriano, del PP. Cuando lo verdaderamente importante de la democracia, yendo al fondo del asunto, es la renovación, especialmente relevante esto en un partido que se autodenomina “progresista”. Si obtiene usted el escaño de diputado, señor Cabañes, hágase cargo de él, con dedicación plena, trabaje desde allí por la provincia de Badajoz, como pregona, y deje que otra persona ocupe su cargo de concejal y se dedique con la misma energía, o más, a ello. No se aferre a dos sillones creyendo hacernos un favor.

No parece, desde luego, la mejor forma de lograr “dar a Badajoz una enorme proyección” el ocupar simultáneamente los cargos de edil y diputado, como pretende (y seguramente conseguirá) el señor Cabañes. Ciertamente que la relación del diputado con su circunscripción se ha ido desdibujando con los años: una vez elegidos, los diputados, tanto populares como socialistas (también de los suyos hay ejemplos “que me gustaría que nos explicasen alguna vez a que se dedican en Madrid, aparte de pasear por los pasillos del Congreso y su entorno”, como usted mismo dice), se pierden entre las filas de los respectivos partidos y no queda relación administrativa alguna con aquellos por cuyos votos están allí. Lo cual, desde luego, no es lo más deseable. Ante esta situación, si de verdad queremos acercar de nuevo el diputado a sus electores y aumentar la democratización de nuestro sistema, habrá que pensar en otras medidas de más profundidad y envergadura, fórmulas desde la seriedad y el consenso entre los partido, y la propuesta del señor Cabañes, que, más que una solución, es un remiendo populista para momentos preelectorales.

Y por último, no es posible dejar de comentar las declaraciones del señor Cabañes en torno al tema de la influencia de las fuerzas nacionalistas en la política territorial del Estado. “La mejor manera de que el señor presidente no haga concesiones –nos dice- es darle fuerza”; y sigue: “una mayoría que le permita no depender de los nacionalistas”. Al margen de lo discutible y legítimo (o ilegítimo) que pueda ser tratar de quitar fuerza a los partidos nacionalistas, que el mismo derecho tienen, digo yo, de existir y entrar en el juego político que cualquier otro partido, al margen de eso, la verdad es que el señor Cabañes ha ido a buscar soluciones, nuevamente, en el universo de la obviedad y la demagogia, teniendo nuestro Estado, como tiene, una asignatura pendiente tan importante como la reforma de la ley electoral. Una ley electoral, no lo olvidemos, sangrante e injusta que discrimina el valor del voto de cada ciudadano en función del partido al que vota, y limita de esta forma su libertad al establecer que los bi-partidos y los partidos nacionalistas obtienen un diputado por una media de entre 60 y 70 mil votos mientras que Izquierda Unida necesita más de 200 mil.

DECLARACIONES DEL SEÑOR CABAÑES

RESPECTO A LAS DECLARACIONES DEL SEÑOR CABAÑES PUBLICADAS EN REGION DIGITAL.COM (29 de enero)

No tienen desperdicio las declaraciones, recogidas hoy en los medios, del señor Cabañes, edil del ayuntamiento de Badajoz y número uno en las listas del PSOE al congreso por nuestra provincia.

En primer lugar, por la falta de buen gusto al caer en ese juego zafio de los bailes de cifras a que nos están acostumbrando últimamente muchos de nuestros políticos de los dos “grandes” partidos nacionales (y en el que el señor Cabañes incide de forma alarmante) sobre sus logros al frente del ejecutivo nacional en sus periodos de gobierno, de una manera que recuerda más una riña de patio de colegio entre dos niños enumerando las hazañas de sus hermanos mayores o una puja de mercadillo, que un debate constructivo ante unas elecciones generales en las que está en juego el gobierno que representará a los españoles en los próximos cuatro años. Porque, vamos a ver, de qué otra forma se puede interpretar el cruce de cifras al más puro estilo “quién da más” al que asistimos día sí y día también los ciudadanos de esta provincia en particular y del país en general: que si tramos de autovía entregados, en construcción o “en información”; que si tantas líneas de AVE; que si tanto descuento en los impuestos, que si doscientos euros, que si cuatrocientos… Por favor, señores, un poco de templanza. O los bailes con las previsiones de diputados: que si nosotros sacaremos tres escaños, pues nosotros cuatro, que si estamos tantos puntos por encima o cuantos por debajo. Y no es que sea malo echar mano de las estadísticas, pero lo poco agrada y lo mucho enfada, sobre todo teniendo en cuenta lo manipulables que estas pueden ser ya que su abuso por los dos bi-partidos, más que aportar, desluce la democracia y genera una sensación de desamparo en el ciudadano ¿quién engaña?, ¿quién dice la verdad?

Pero hay además, un par de flores a destacar, como las palabras del señor Cabañes, anunciando a los cuatro vientos, como si de un enorme mérito democrático se tratase, su intención de conciliar los cargos de concejal y diputado para que “nadie se sienta traicionado por mí porque salgo huyendo”, suponemos que para distanciarse del señor Floriano, del PP. Cuando lo verdaderamente importante de la democracia, yendo al fondo del asunto, es la renovación, especialmente relevante esto en un partido que se autodenomina “progresista”. Si obtiene usted el escaño de diputado, señor Cabañes, hágase cargo de él, con dedicación plena, trabaje desde allí por la provincia de Badajoz, como pregona, y deje que otra persona ocupe su cargo de concejal y se dedique con la misma energía, o más, a ello. No se aferre a dos sillones creyendo hacernos un favor.

No parece, desde luego, la mejor forma de lograr “dar a Badajoz una enorme proyección” el ocupar simultáneamente los cargos de edil y diputado, como pretende (y seguramente conseguirá) el señor Cabañes. Ciertamente que la relación del diputado con su circunscripción se ha ido desdibujando con los años: una vez elegidos, los diputados, tanto populares como socialistas (también de los suyos hay ejemplos “que me gustaría que nos explicasen alguna vez a que se dedican en Madrid, aparte de pasear por los pasillos del Congreso y su entorno”, como usted mismo dice), se pierden entre las filas de los respectivos partidos y no queda relación administrativa alguna con aquellos por cuyos votos están allí. Lo cual, desde luego, no es lo más deseable. Ante esta situación, si de verdad queremos acercar de nuevo el diputado a sus electores y aumentar la democratización de nuestro sistema, habrá que pensar en otras medidas de más profundidad y envergadura, fórmulas desde la seriedad y el consenso entre los partido, y la propuesta del señor Cabañes, que, más que una solución, es un remiendo populista para momentos preelectorales.

Y por último, no es posible dejar de comentar las declaraciones del señor Cabañes en torno al tema de la influencia de las fuerzas nacionalistas en la política territorial del Estado. “La mejor manera de que el señor presidente no haga concesiones –nos dice- es darle fuerza”; y sigue: “una mayoría que le permita no depender de los nacionalistas”. Al margen de lo discutible y legítimo (o ilegítimo) que pueda ser tratar de quitar fuerza a los partidos nacionalistas, que el mismo derecho tienen, digo yo, de existir y entrar en el juego político que cualquier otro partido, al margen de eso, la verdad es que el señor Cabañes ha ido a buscar soluciones, nuevamente, en el universo de la obviedad y la demagogia, teniendo nuestro Estado, como tiene, una asignatura pendiente tan importante como la reforma de la ley electoral. Una ley electoral, no lo olvidemos, sangrante e injusta que discrimina el valor del voto de cada ciudadano en función del partido al que vota, y limita de esta forma su libertad al establecer que los bi-partidos y los partidos nacionalistas obtienen un diputado por una media de entre 60 y 70 mil votos mientras que Izquierda Unida necesita más de 200 mil.

martes, 22 de enero de 2008

Nuevos tiempos, viejos métodos

Malcocinado - Nuevos tiempos, viejos métodos

Siglo XXI. Año 2008. Mes de enero. Signamos esta fecha, que conste, no por una frivolidad decorativa o por simple esnobismo, sino para situar al lector que, ya metido en la sustancia del texto, pudiera llegar a creer que estamos hablando de épocas pasadas, la dictadura, la España de los Austrias, la Edad Media o, más atrás aún, la hispania prerromana organizada en clanes y tribus; cuando de lo que se trata en las líneas que siguen es algo tan de rabiosa actualidad como el quehacer del ayuntamiento de Malcocinado.

Un ayuntamiento, no obstante, un poco a trasmano de la historia, de la historia democrática, entiéndase, de los cambios acaecidos en nuestro país desde que hace ya 30 años se promulgara la constitución, de esa serie de cambios que nos están conduciendo por la senda de la democracia, la libertad y la participación de todos en el gobierno de la localidad, de la comunidad y del país. Conceptos que, no obstante, aún no han calado en nuestro querido Ayuntamiento. Y citamos, para muestra, unos ejemplos:

Después de un cuarto de siglo al frente del Ayuntamiento, el alcalde de Malcocinado no ha tenido (ni tiene) a bien informar a los vecinos de lo tratado en los plenos, ni al completo ni en resumen, contraviniendo así lo dispuesto en el Reglamento de Organización y Funcionamiento de la Entidades Locales en su artículo 229. Bien está que no se radie o televise, tiene disculpa, pero lo que no la tiene es que tampoco se publique en los tablones de anuncios que hay “ad hoc” para informaciones municipales, o que se “cuelgue” en la desactualizada página web del ayuntamiento de Malcocinado. De modo y manera que la población no tienen ninguna forma de enterarse de lo tratado en cada pleno si no es yendo al propio ayuntamiento y preguntando (y arriesgándose a recibir una respuesta desagradable).

En cuanto a la transparencia de lo que la corporación municipal hace y dispone, en lugar de avanzar retrocedemos. Si no ¿cómo se explica que a fecha de hoy el Sr. Alcalde no haya remitido ni siquiera una copia de la Cuenta General del Ejercicio pasado a los concejales de Izquierda Unida, que se la solicitaron por escrito hace más de cinco meses? Y eso a pesar de que la legislación asigna a la oposición la función, entre otras, de controlar y fiscalizar a los órganos de gobierno, así como el derecho de obtener cuantos antecedentes, datos o informaciones que obren en poder de los servicios de la corporación y resulten precisos para el desarrollo de su función. Derechos estos muy bonitos pero que, lamentablemente, no se llevan a la práctica. ¿Cómo se puede opinar sobre un punto, o realizar propuestas o rectificaciones al mismo si no se puede examinar en profundidad? ¿Cómo se pueden aprobar unas cuentas si no se tiene la posibilidad de estudiarlas con antelación a través de una copia, como hacen en casi todos los ayuntamientos democráticos? ¿Puede uno, en conciencia, aprobar algo que puede afectar a otras personas nada más que oyendo una lectura rápida del tema, en un momento? ¿Cómo se puede llevar a cabo así la función de control y fiscalización de quienes gobiernan?

Durante varias legislaturas, el alcalde de este pueblo se ha recetado un “salario encubierto” por el método de aplicarse una asignación desmesurada por asistencia a pleno, mayor que la del resto de concejales (pese a las sentencias del Tribunal Supremo en contra de tales medidas), que en la pasada legislatura fue de 600€, pleno tras pleno, ordinario o extraordinario. Después de mucho insistir Izquierda Unida en la irregularidad de la práctica se ha conseguido que este año el alcalde tenga su contrato y cobre de forma legal un salario. Sin embargo, ni por esas se hacen las cosas adecuadamente, ya que el salario a percibir sobrepasa lo establecido por la Federación de Municipios y Provincia (FEMPE). ¿Y qué dijo el Sr. Alcalde cuando se le recordó este particular? Que eso de la FEMPE no era una ley, sólo un acuerdo.

Así que, en esta Extremadura que se asoma al siglo XXI con afán de desarrollo social y crecimiento económico, quedan aún asignaturas pendientes en cuanto democracia y buen gobierno a las que habrá que dar una respuesta clara y pronta por parte de los poderes públicos.